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He encontrado una interesante web que habla del matriarcado femenino. Me ha gustado por lo bien asentada que está su reflexión, no os asustéis de que se llame cristiano, al fin y al cabo, si la religión ha hecho tanto daño a las mujeres, bien está que sea también algunas voces disidentes quienes le devuelvan su papel. Os copio aquí uno de los artículos interesantes que se pueden encontrar:
La dignidad del varón matriarcal.
Mujer, ¿cómo saber si el amor de tu compañero es sincero e incondicional?
Sencillo, si éste accede a que vuestros hijos lleven el apellido materno en primer lugar.
En caso de negarse a ello, ten por seguro que ese hombre no vale la pena, es igual de egoísta que sus congéneres, no merece ser calificado de matriarcal. Es un adepto más del androcentrismo y la mentira patriarcal.
Aunque un varón se vista de progresista, inconformista, comunista, rebelde, antisistema, anarquista, sindicalista, liberado,… por muy revolucionario que aparente ser, mujer, mientras no sea capaz de anteponer tu apellido al suyo, es un ser egocéntrico y patriarcal, incapaz de mirar más allá de sí mismo, incapaz de negarse a sí mismo por amor a ti, una diosa. Sólo desea tu cuerpo para satisfacer la voracidad de su apetito. Con el tiempo se volverá contra ti, como todos los patriarcas, y te anulará aún cuando otrora te adorase, o callará a regañadientes acumulando rencor contra ti, desorientado.
El varón que libremente decide negarse a sí mismo por amor a la Mujer, no sólo reniega de su ego, de la violencia y del autoritarismo, además demuestra un nivel de libertad interior que le dignifica al haber elegido la mejor parte. Es el paradigma de hombre libre, el que ha superado las determinaciones biológicas para someterlas a la elección del amor incondicional. Pues entregarse en actitud de servicio total y desinteresado a la mujer no significa renegar de la libertad personal. De hecho, el varón siempre tendrá la libertad de abandonar a la mujer si ésta no le respeta. Él no es esclavo de nadie.
Es el hombre que se siente libre de sus condicionamientos culturales y biológicos. Es la libertad que procede de la presencia femenina que lo habita, y nadie puede arrebatársela. Ha descubierto una llama sagrada en su interior, la misma que mora en los espíritus de sus hermanas, y por fin las mira con ojos nuevos, ojos de admiración y respeto.
El varón matriarcal se reconoce a sí mismo, por fin, en el rostro de cada mujer. Puede compartir sus penas y alegrías, puede dejar de juzgarla por su físico, puede agradecer su amistad. Contempla su belleza con encanto, sin el deseo de poseerla, pues se identifica con ella espiritualmente.
El varón matriarcal es digno ante la Madre Naturaleza, ante la humanidad y ante sí mismo. Poco le importan las descalificaciones del resto de patriarcas quienes todavía siguen esclavos de su propia ceguera, acomodados en su inseguridad disfrazada de autoritarismo.
¡Mirad al nuevo hombre, entregado a la Madre Naturaleza, de la que se reconoce Hijo, y de la que recibió la vida en el templo uterino!
El varón libre ya no vive como los hombres, ya no mira como el resto, ya no siente miedo a la muerte, sabe que la Diosa está de su parte. Se siente bendecido por haber nacido de mujer, por sentirse parte de la Vida y por haber tomado distancia de sus fantasías alienantes. Desea con todas sus fuerzas fundirse en la sabiduría femenina, guiarse por ella, dejarse contagiar por su alegría y danzar a su ritmo, sea cual fuere.
El varón matriarcal se deja sorprender por la mujer, no sabe adónde le conducirá, no sabe qué esperar de ella, y sólo por ella saborea la vida. Es el hombre que no se resiste al canto de las sirenas y se deja arrastrar por ellas, confiado, sabiendo que no hay muerte allí donde hay amor.
Es el hombre que ha descubierto que la felicidad no la dan las posesiones ni las riquezas, ni el poder, ni la fuerza. La felicidad está en servir a la Vida, en concreto a aquellas que la transmiten, abandonarse a su pasión por la vida, satisfacer sus deseos, y reverenciar el profundo amor que siente la madre por sus hijos.
Restaurar la matrilinealidad es el primer paso para socavar los fundamentos del patriarcado. Es la primera demanda que se le debe hacer a cualquier varón que anhele la auténtica libertad.
BURRADAS SEXUALES
Posted 15 mayo 2009
on:Acabo de responder una consulta diciendo que usar la aspirina por vía vaginal, no sólo no es un anticonceptivo, sino una conducta peligrosa, puesto que produce ulceraciones, y buscando en internet me he encontrado con este rosario de burradas sexuales que se encuentran, naturalmente, en los hospitales.
Emilio Alberto Restrepo Baena
Dentro de las expresiones de la sexualidad, sólo la imaginación humana pone límites a su realización, decía un viejo profesor nuestro y parece ser cierto. Nunca terminamos de asombrarnos cuando descubrimos que alguien siempre encuentra posibilidades distintas e inverosímiles, independiente de si las aprobamos o no, de si las consideramos sanas, éticas o aberrantes. Porque el problema no es la valoración moral que les demos. El asunto es de asombro, de la sorpresa de enfrentarse a una situación que no habíamos concebido, acaso por limitaciones de tipo imaginativo, o por restricciones impuestas por el super yo o la norma.
Y es que en nuestro ejercicio de la medicina a diario encontramos pacientes que ilustran lo que arriba esbozamos. En un tiempo manejando un programa de planificación familiar conocimos varios casos que no por exóticos o excéntricos dejan de ser estrictamente ciertos.
Una señora solicitó con mucha vergüenza que le cambiaran las pastas de planificar marca Microgynon porque “son muy chiquitas y se me salen”. ¡Horror! ¡Se les estaba aplicando por vía vaginal y llevaba más de un año con ellas sin quedar en embarazo!.
Los óvulos o tabletas espermicidas que se utilizan por vía vaginal antes de la relación también son causa de equívocos en cuanto a su ruta de administración. “Doctor, es que no puedo acostumbrarme al sabor, son muy difíciles de tragar y me dejan un espumero en la boca”.
Otra paciente se aplicaba aspirina en la vagina antes de la relación sexual y otra se tomaba 3 mejorales con limón luego de ésta para evitar el embarazo no deseado.
Un caso patético fue el de una señora que sufría un serio problema cardíaco que le impedía planificar con pastillas o con dispositivo intrauterino. Se le propuso la ligadura de trompas como el medio más adecuado, pero su esposo no la autorizó y decía que el preservativo no les gustaba. Al año en una revisión le preguntamos que cual método utilizaban y respondió:
-El método antinatural, doctor…-
-Ah, el método natural-, interpelé, creyendo que se trataba del método del rítmo o “natural”
–No doctor, el antinatural- repitió y pasó a explicarme que se trataba de utilizar la penetración por la vía anal como método permanente de relación sexual, con el cual se sentirán seguros y al parecer satisfechos ¡No termina uno de aprender!.
Otros casos llamativos son la recuperación de cuerpos extraños, ¡Todo tipo de objetos!, de los genitales tanto de hombres como de mujeres, usados como parte del juego sexual o como método de autoestimulación. Es así como vemos lápices, alambres, muñecos en los genitales y las respectivas lesiones que producen.
Recordamos varios en especial: una señora llegó con una botella de vino dentro de su vagina. Parece que al utilizarla y manipularla, hizo un efecto de “vacío” que la adhirió a sus genitales, y no fue capaz de sacársela por sus propios medios. Coincidencialmente, la marca del vino era “Cariñoso”.
Un joven se introdujo un tubo de luz de neon por el recto. Pasó intacto y sin quebrarse. Como no se lo pudo extraer, consultó al Hospital de San Vicente donde fue operado. Una radiografía que aún se conserva en el museo de cirugía lo confirma.
En Apartadó un señor consideró que la mejor forma de calmar su ansiedad sexual era sentarse en un aguacate verde, inmaduro, previamente lubricado; tuvo la mala fortuna de no poder dominar la situación y el aguacate se le introdujo completamente por el recto. Por la inflamación del esfinter, no fue capaz de sacárselo y consultó al hospital. Inicialmente no le creían. Cuando lo examinaron y vieron que era cierto, se intentó sacarlo directamente, pero ni con anestesia fue posible. El paciente terminó con cirugía, se le realizó colostomía (derivación del intestino grueso a la pared abdominal) y hoy todavía, todos en Urabá recuerdan la “cesárea del aguacate”.)
Y hablando de colostomías, una paciente que trabajaba en un bar y ejercía la prostitución, recibió una herida por bala en su abdomen por lo que fue operada. Como el colon estaba comprometido, le fue practicada una colostomía. El programa era citarla nuevamente en 2 meses para operarla, cerrarle la colostomía e introducirle nuevamente el intestino grueso al abdomen; como a los 3 meses no aparecía, la trabajadora social del hospital la llamó para programarla y cual no sería la sorpresa cuando la paciente contestó:
–Doctora, yo le agradezco mucho, pero desde que tengo la colostomía, me gané un huequito más y estoy ganando el doble de plata.
Según supimos, muchos de sus clientes le pagaban más dinero por permitirle tener relaciones por la colostomía. Caso similar fue el de un preso de la Cárcel de Bellavista que tenía la colostomía por la misma causa y un día resultó con una infección de la piel circundante. Cuando se le hizo un cultivo de la pus, resultó ser un gonococo, bacteria de transmisión sexual.
Puedes leer el post entero aquí
http://emiliorestrepo.blogspot.com/2007/12/hablando-calzon-quitao.html
No menos sorprendente es lo de aquel que para “curarse” la eyaculación precoz tuvo sexo con un erizo:
“Me daba tanta vergüenza ir a una clínica normal a discutir mis problemas sexuales que estaba dispuesto a cualquier cosa”, comenta en declaraciones recogidas por el diario británico The Sun. De hecho, tan desesperado estaba que cuando aquel curandero le dijo que intentara tener sexo con un erizo para solucionar su problema obedeció sin rechistar.
El erizo está bien
Los médicos no daban crédito a lo que veían: tuvieron que intervenirle quirúrgicamente porque su pene estaba totalmente destrozado.”Hemos realizado operaciones similares en otras ocasiones, pero sólo con pacientes que habían sufrido accidentes: nunca habíamos visto algo así, y dudo que lo volvamos a ver”, dijo uno de los doctores.
La mayor preocupación de Nikolovic es ahora qué pensará su novia: “Dios sabe qué pensará de mí: no sé si me dejará por pensar que soy un pervertido o por haber sido tan idiota”, comentó.
Al menos hay algo positivo en la historia: el animal está “aparentemente en perfecto estado; el único perjudicado del encuentro fue el paciente”, bromeó un portavoz del hospital.
http://www.20minutos.es/noticia/362908/sexo/erizo/precoz/
¡Vivir para ver!
Os dejo, a la espera de una opinión de una asociación experta en abusos infantiles, el enlace al vídeo que la profesora de psicología y ferviente defensora provida y similares, Leugim62 (Adelia, según ella misma nos informa), considera pedofílico. Cada persona es libre de pulsar el enlace.
Video de Humor: ensayando para cuando sea mayor
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Edito el título porque a una comentarista le ha parecido que era repugnante y que rayaba la pedofilia. Espero que con este título pueda verlo en lo que es, un vídeo gracioso que muestra a un bebé, en un movimiento espontáneo e inocente, y nos sugiere el movimiento sexual que los adultos conocemos. Lo demás ya será ponerle una carga ideológica que tendrá cada cual en su cabeza.
Quiero destacar este interesante artículo que publican en su web el colectivo ahige (Asociación de Hombres por la Igualdad de Género) HOMBRES IGUALITARIOS
Desmontando al Hombre (VI): Los Mujeriegos ya no son lo que eran
Escrito por Julián Fernández de Quero
viernes, 20 de marzo de 2009
Uno de los estereotipos más difundidos por la Cultura de los Géneros es la innata tendencia a la poligamia -entendida como promiscuidad- de los hombres frente a la monogamia de las mujeres. Incluso desde el ámbito científico, numerosas obras publicadas en las últimas décadas, influidas por la sociobiología -una disciplina que tiene como axioma la naturalización de todo el comportamiento humano a partir de la consideración de que los genes son los que determinan nuestra vida, siendo el cuerpo una mera estructura habitacional donde ellos se mantienen y reproducen- intentan justificar dicho prejuicio a partir de las necesidades reproductoras de los organismos vivos.
Así, el mandato genético induciría a los machos a las relaciones sexuales poligámicas para aumentar la eficacia reproductora de la especie, consiguiendo que un solo macho deje preñadas a un mayor número de hembras, mientras que las hembras, más vulnerables y dependientes de la crianza, trazarían estrategias de fidelización monogámica captando al macho más fuerte para, por un lado, asegurarse una prole genéticamente más sana y con más probabilidades de sobrevivir y, por otro, asegurar la protección y la provisión alimenticia necesarias para la supervivencia de la hembra y sus crías.
Con estas afirmaciones, la sociobiología “naturaliza” la familia nuclear burguesa, la división del trabajo entre hombres -provisión, protección y procreación, las famosas “3P” de David Gilmore- y mujeres -reproducción, crianza y cuidados- construida por el Patriarcado y el falocrático dominio de los hombres sobre las mujeres.
Sin ninguna pretensión de “deconstruir” con detalle las teorías pseudocientíficas de la sociobiología, algo que ya han llevado a cabo otros/as autores/as, me permito recordar algunas de las consideraciones que permiten superar dicha concepción ideológica revestida de cientificidad:
– No hay ningún estudio que demuestre la existencia de la familia nuclear desde los orígenes de la especie humana. Por el contrario, numerosos estudios demuestran que durante muchos miles de años, los grupos humanos estuvieron conformados por clanes familiares nómadas de relaciones endogámicas y promiscuas, hábitos alimenticios carroñeros y comportamientos intercambiables entre hombres y mujeres. Era el grupo como conjunto solidario el que se encargaba de la búsqueda de comida, del cuidado de las crías y demás tareas de supervivencia. No había división sexual del trabajo ni comportamientos sexuales diferentes entre hombres y mujeres.
– La evolución matriarcal posterior en numerosos grupos que dejaron de ser nómadas para fijar y estabilizar su residencia, inventando la agricultura y la domesticación de los animales, trajo como consecuencia la expansión del tabú del incesto y otras normas sociales de convivencia, transformando las relaciones de endogámicas en exogámicas, es decir, que los hombres en edad reproductora eran acogidos como huéspedes por los grupos matriarcales durante un corto tiempo -generalmente, durante las fiestas de la fertilidad y otros rituales- para que dejaran embarazas a las mujeres y luego, se volvían a sus grupos de origen, mientras que las mujeres parían y criaban a sus hijos con la protección y los cuidados de todo su clan materno. No había familia nuclear, ni maridos, ni esposas, ni padres. Los primeros linajes eran matrilineales y los lazos sociales se organizaban en torno a la autoridad de las madres.
– La invención del patriarcado y de la propiedad privada trae como consecuencia la división sexual del trabajo, el empoderamiento del hombre como género, una de cuyas principales manifestaciones es la elevación del pene a la categoría de falo, la esclavización de la mujer convertida en objeto de propiedad masculina y el matrimonio como legitimación de la compra que un hombre hace de una mujer para dedicarla a fines reproductores y de crianza que garanticen su linaje y la transmisión de su herencia. Como estudió Claude Levy Strauss, el patriarcado revierte el significado de los tabúes y normas sociales heredadas del matriarcado en beneficio de los varones y en detrimento de las mujeres, entre otras, la exogamia se convierte en un pacto entre familias por el cual, la mujer pasa del sometimiento del padre al del marido, unidos en matrimonio por intereses familiares que nada tienen que ver con la sexualidad y el afecto. El varón adquiere la titularidad de “pater familias” con poder de vida y muerte sobre los demás miembros de la misma. Al estar el poder y la riqueza basados en la propiedad de la tierra, los clanes familiares se convierten en familias extensas que compiten, pactan y guerrean entre ellas para alcanzar el poder supremo.
– Durante los miles de años que dura el patriarcado, los hombres usan del poder y de su fuerza física para someter a las mujeres, eliminando por innecesarios los comportamientos característicos del llamado “cortejo animal” heredados filogenéticamente. Las mujeres son separadas en dos grandes grupos: Las esclavas sexuales sometidas a la pulsión copulatoria de los varones, socialmente degradadas como “animales impúdicos y lujuriosos” y las esclavas reproductoras -matronas- encargadas de la reproducción, crianza de los hijos y cuidados de las personas a su cargo, a las que se les considera asexuadas -no tienen sexo sino útero- y que reciben una cierta consideración social debido a su función.
Por lo tanto, en las épocas premodernas, el hombre de género es un mujeriego poderoso que no tiene ninguna necesidad de seducir para satisfacer sus instintos sexuales puesto que toma a las mujeres de grado o por la fuerza. El acceso a la modernidad supone una variación que tiene que ver con la clase social. La aristocracia y la burguesía reconocen a las mujeres de su misma clase social como miembros de la especie humana, diferente al hombre, pero sujeto de consideración y respeto formal. Las familias que tienen hijas las someten a una estricta educación puritana, ya que la virtud femenina -entendida como pureza y virginidad hasta el matrimonio, pudor y obediencia al padre y al marido- elevan sus posibilidades en el mercado matrimonial. Estas actitudes sociales y familiares convierten a las mujeres decentes en una pieza apetitosa y rodeada de morbosidad para los ociosos caballeros que ejercen de depredadores sexuales.
A partir del siglo XVIII, se inventa un “deporte” masculino entre las clases altas consistente en competir entre los varones para ver quien es el que más mujeres virtuosas logra seducir como manifestación de su potente virilidad y de sus habilidades como seductor. El movimiento de Los Libertinos, Don Juan Tenorio y Giacomo Casanova se convierten en los modelos ideales de la masculinidad, tal como han reflejado películas como “Valmont” o “Las Relaciones peligrosas”, entre otras muchas. Los mujeriegos, además de presumir de una vida licenciosa, repleta de juergas y orgías con prostitutas, queridas y amantes, todas ellas mujeres socialmente degradadas por su condición inmoral, presumían sobre todo de su astucia y habilidad para utilizar el engaño y los modales corteses con el único objetivo de vencer las resistencias de las mujeres decentes y acabar con su virtud puritana.
En todas las cortes europeas se implanta la doble moral de aparentar una cosa y actuar de otras forma de tapadillo. Como argumenta Anthony Giddens en su estupendo libro “La Transformación de la Intimidad” (Ediciones Cátedra, 2006) “Casanova no tendría sitio en las culturas premodernas: es una figura de una sociedad cercana a la modernidad. El no tenía interés en acumular esposas, si tal cosa hubiese sido posible. El sexo era para él una búsqueda nunca acabada, que terminó no por el cumplimiento de una autorrealización o sabiduría, sino sólo por la decrepitud de la edad” Como el mismo autor analiza, la sexualidad del mujeriego responde al síndrome de “sexualidad compulsiva”, entendida como una adicción al sexo similar a la que se puede tener con relación a las drogas, el trabajo, y otras actividades humanas. “Tradicionalmente, el seductor era un aventurero genuino, que desafiaba no sólo a cada mujer, sino a todo el sistema de normativa sexual. Era un subversor de la virtud y luchaba contra otros molinos de viento también, porque la seducción también implicaba desafiar el orden masculino de protección sexual y control.
En cambio, los mujeriegos actuales se están convirtiendo en dinosaurios de una época pasada que producen más grima que admiración. Como vuelve a decir Anthony Giddens, “Los mujeriegos de hoy son producto de transformaciones en la vida personal que se han producido y se mantienen por la fuerza. Son seductores en una era en que la seducción se ha vuelto obsoleta….. La seducción ha perdido significado en una sociedad en la que las mujeres están más dispuestas para los hombres que nunca, aunque -y esto es crucial- sólo apareciendo como iguales a él.”. “Los mujeriegos actuales pueden parecer fósiles de una edad anterior, acechando a su presa con valor, armados sólo con penicilina, preservativos (se supone) y un bagaje para hacer frente al SIDA…. Son seductores, sí, en la medida en que están preocupados -sobre todo- con la conquista sexual y con el ejercicio del poder que ello implica”. ¿Pero, qué premio ofrece la victoria cuando la victoria es tan sencilla?. El autor cita a Graham Hendrick para afirmar que la igualdad sexual conquistada por la mujer actual “disuelve la división arcaica entre las mujeres virtuosas y la corrompidas o degradadas”. Ahora, las mujeres se consideran en el mismo plano de igualdad sexual frente a los hombres, reivindican su derecho a tener la iniciativa, a seducir en función de sus intereses, buscan su propio placer y no consideran que tengan que defender ninguna “virtud” según los cánones de una moral periclitada. Por lo tanto, “una vez que la “muerte” del seductor depende de la destrucción de la virtud, la persecución pierde su dinámica principal…. El mujeriego de hoy no es alguien que cultiva el placer sensual, sino un buscador de emociones en un mundo abierto, lleno de oportunidades sexuales.”
La figura del mujeriego actual hace más evidente aún, si cabe, la dependencia afectiva del hombre de género en relación a la mujer. Aparentando una autonomía de la que carece, presumiendo de una independencia con tintes de misoginia, el mujeriego actual expresa con su búsqueda obsesiva de conquistas sexuales, el rechazo a una madre afectivamente sobreprotectora, para poder construir su identidad masculina, con el obsesivo deseo de una afectividad huérfana. Como dice Giddens, “Su dependencia de las mujeres es bastante obvia, tan obvia que se trata de una influencia que controla sus vidas…. El moderno aventurero sexual ha rechazado el amor romántico, o utiliza su lenguaje sólo como retórica persuasiva. Su dependencia de las mujeres, por tanto, sólo puede ser validada a través de la mecánica de la conquista sexual.”.
Así pues, el mujeriego actual ya no es lo que era. Sus frustraciones, complejos y disfunciones frente a una mujer sexualmente libre, autónoma en sus decisiones y con la autoestima suficiente para no depender del hombre, le convierten en firme candidato a las consultas de la terapia sexual y de la psicología. Las nuevas condiciones creadas por las actitudes de las mujeres actuales, le obligan a un cambio necesario para salvar su integridad. Giddens apunta a la construcción de un nuevo tipo de relaciones que llama “la pura relación”, basada en la superación de la relación de “sujeto a objeto” tradicional y convertida en una relación de “sujeto a sujeto”, cuyos términos se plantean de un plano de igualdad y cuyos objetivos deben negociarse y pactarse de mutuo acuerdo. De esa pura relación derivan la conductas de una “sexualidad plástica”, más personalizada y diversa, superadora del obsesivo coitocentrismo de épocas pasadas y la posibilidad de un “amor confluente” fruto de una transformación de la intimidad que convierte la relación en un proyecto de vida negociado y consensuado, cuyas premisas son la honradez sincera de las propuestas, la expresión sin vergüenzas de las propias necesidades y vulnerabilidades y la empatía necesaria para que la búsqueda de la propia felicidad pase por la felicidad de la otra persona.
El enlace completo: http://boletin.ahige.org/index.php?option=com_content&task=view&id=860&Itemid=66
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